Un amañado ladrón oculto en oscura noche
sigilosamente, a su víctima, fisgoneaba
Me llevaré un gran botín, en detalle planeaba.
Y con tanto descaro se acercaba sin reproche.
Distraído estaba en estas malas cavilaciones
Cuando un grande carnero de certero cabezazo
Lo mando al suelo pedregoso a darse un vil porrazo,
cayó ante la víctima, delató sus intenciones.
Este echó cuatro fieros mastines a perseguirlo,
el rufián en su desesperada retirada
apenas la cerca saltó, un bravo toro esperaba
en negra oscuridad difícil era distinguirlo.
El toro colérico unas cornadas le asestó
dando tantos tumbos detrás del asno fue a caer,
Tus intenciones entiendo, al oído le rebuznó
con potente coz lo tumbó, esta vez, a gatear.
Así tan bien magullado, del botín se olvidó
repensó, encomendó sus oraciones a Dios
saltó nuevamente la cerca y raudo se alejó
Arripintióse , y a tantas fechorías dijo adiós.
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14 de agosto de 2008
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