Los recuerdos, son apurados corceles que, galopan infatigables por bastas praderas; donde florecen tiernos amores juveniles. Donde se marchitan las tristezas en los pétalos del olvido, o en las castañas hojarascas que arrastra el viento del frío otoño. Donde crecen tiernas yemas y botones bajo la sublime caricia del rocío y brillan como preciadas perlas ante los rayos de los amaneceres primaverales.
Los corceles del recuerdo van por los caminos que bordean los ríos de miel o de hiel que son tributarios del mar del destino. Van cruzando los puentes de la amistad, del amor, de la equidad, de la solidaridad y la libertad. Van dejando atrás olvidos, mal pagos y tristezas. Llevan en sus grupas los instantes preciosos de glorias, que a pesar de ser instantes pasajeros, se convierten en infinitos, gracias al galope de los corceles del recuerdo que los vuelven a traer de retorno, para volver a deleitarnos miles de veces.
Todo en algún momento, solo serán apurados corceles del recuerdo. Intenta que tus momentos sean gratos para el recuerdo. Para que tu pradera se extienda a los confines de los mares y los cielos, donde el galopar de los corceles del recuerdo sea eterno. Quien ha vivido instantes maravillosos, tendrá necesariamente recuerdos maravillosos.
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